Pintar ya no suele ser una actividad habitual como cuando era más pequeño, pero de vez en cuando le apetece.
Esta vez con la técnica de la esponja y con cepillo de dientes.
Primero con cinta pusimos entre los dos el nombre.
Aquí se ve mejor.
Y pasó la esponja por toda la lámina con un color.
Con el otro color y con el cepillo de dientes, fue dando sacudidas.
Y para que quedara más bonito... ¡un toque de purpurina!
Lo dejamos a secar... ¡y se quita la cinta adhesiva!
¡Y obra de arte terminada!