Estas bonitas maderas nos las trajeron los Reyes Magos... ¡ayyy, pobrecillos qué cargados vinieron con ellas! A mí me encantan, reconozco que ha sido un capricho mío, lo asumo. El peque cuando las vio dijo que eran leña para el fuego... ¡con eso lo digo todo! Bueno, y su padre también.
No les hizo ni caso, ni las miró.
Pero poco a poco va descubriendo sus posibilidades y para eso le he ayudado un poco. Le propuse construir un pueblo de duendes, le dejé las maderas, un rincón especial y los duendes.
Él decidió que en vez de un pueblo de duendes iba a ser una casa... ¡y se puso a trabajar!
Hizo una habitación con tres camas, una zona de juegos y una zona para comer.
Se fue a buscarles comida...
Y con la panza bien llena... ¡a dormir!
Se metió de lleno en sus historias.
Me gusta que sea él quien elija libremente los materiales con los que jugar, pero hay veces que nosotros podemos proponer. Hay veces que aceptarán y otras no.