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Adiós a la lactancia materna: 4 años y 4 meses

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Llevo un rato intentando escribir esta entrada y no sé ni por dónde empezar, escribo y borro, lloro, no sé si estoy preparada para hacerlo. Son emociones muy difíciles de explicar, de reflejarlas y compartirlas, pero siento la necesidad de hacerlo, sé que si lo escribo, que si saco lo que llevo dentro lo superaré mucho más rápido.

Acher se ha destetado por voluntad propia, sin ningún trauma, una decisión que ha tenido muy clara, me ha dado una lección, él estaba mucho más preparado que yo. Y yo, pasado más de un mes desde entonces, todavía lloro de pena cada vez que lo pienso y no sé el porqué. Por un lado estoy feliz porque ha sido un proceso muy sencillo y cuando él ha querido, pero no puedo evitar mi tristeza cuando lo pienso o recuerdo.

El último día que tomó pecho fue la tarde que lo llevamos a casa de sus primos porque yo ingresaba al día siguiente para inducir el parto de Izarbe porque ya nos habíamos pasado casi dos semanas de la fecha de parto (protocolos del hospital). En casa, nos tumbamos en la cama los dos abrazados y estuvo rato y rato tomando su teta, acabó y con una gran sonrisa dijo... ¡qué rica está! Recuerdo este momento a la perfección y me siento feliz de tener una imagen tan clara del momento.

Una vez en el hospital le ofrecí teta y el primer día me dijo que no quería. Pero el segundo día que estábamos solos me dijo que sí, pero fue empezar a tomar y a los cinco segundos decir que ya no quería, que sabía raro, que no le gustaba. No me lo esperaba, eso está más que claro. Él se quedó como si nada, dijo que toda la teta para Izarbe, que ella era muy pequeña.

LLegamos a casa y le volví a ofrecer, tan sólo quiso probar una vez y me dijo que el pezón estaba raro y que no quería. Ya no ha querido probar más, al principio le ofrecía a diario pero ahora mismo ya es un tema olvidado. Más de un día hemos hablado y compartido sentimientos, y él siempre me ha dicho que está bien, que ahora él ya es mayor y que Izarbe tiene que tomar mucha teta.

Durante el embarazo había hablado de la lactancia con él y de compartir con Izarbe, nunca le dije que él tendría que dejar de tomar. En algún momento me han entrado dudas de si le habrán influido comentarios externos que siempre los ha habido, pero pienso que no, que si él hubiera querido hubiera continuado con la lactancia.

Este ha sido su momento, no sé si por protección a su hermana, por generosidad, por madurez o simplemente porque ya tocaba, porque lo ha dejado de necesitar. Y lo tengo que respetar, porque como siempre he dicho, "le daré hasta que él quiera, hasta que él lo necesite". Y llegó el momento.

Yo no estaba preparada para dejar esos momentos íntimos que tenía con mi hijo, momentos muy especiales e intensos. Pero tengo que estar feliz por esos 4 años y 4 meses que hemos disfrutado de la lactancia materna.

Retomaré algunos párrafos de otras entradas de este blog...

"Y lo haré porque me encanta el vínculo que tenemos entre los dos, es un momento mágico, de complicidad, de juego, de miradas y sobre todo de mucho amor. Yo le doy de mamar en cuanto él lo necesita, cuando me lo pide, esté donde esté, esté con quien esté, haga lo que haga. Para mí no es ninguna obligación, es un verdadero placer."

"Dar el pecho a mi hijo ha hecho que me descubra a mí misma, que me sienta más mujer, más femenina, más sensible y mucho más cómplice con muchas otras mujeres.  Me ha unido mucho más a mi querida naturaleza y a mi cuerpo. Me ha hecho sentir profundamente, sentir felicidad, alegría, amor... Sentirme más madre y más hija."
"La lactancia materna forma parte de una maternidad consciente, saboreada día a día, momento a momento."

Sin duda alguna, esta ha sido la experiencia más bonita de mi vida y tengo magníficos recuerdos de ella. 

Acher ha pasado el testigo a su hermana y también me siento feliz y orgullosa de este momento. Izarbe se agarró muy bien al pecho desde los pocos minutos de nacer, un piel a piel precioso que hicimos desde el primer momento. La experiencia con su hermano me ha dado mucha tranquilidad y estamos disfrutando mucho, a pesar de que esta vez con uno de los pechos nos ha costado algo más un buen agarre.

Y ya sabía yo que escribir me iba a ir bien, he empezado con unos grandes lagrimones y ahora acabo con una gran sonrisa. Estoy escribiendo aquí sola en el salón, el peque está en el colegio y mi chico trabajando, a mi izquierda tengo un fuego precioso encendido, estoy sentada en el sofá con Izarbe sobre mí durmiendo después de tomar su teta y el ordenador sobre mis piernas. Oigo su respiración, ella está pegada a mi pecho y puedo pensar todo el tiempo que me queda de compartir con ella, todo el tiempo que podremos disfrutar con la lactancia materna. Y como dije antes, será hasta que ella quiera, hasta que ella lo necesite.

Gracias Acher por esos 4 años y 4 meses maravillosos que me has permitido compartir contigo la lactancia materna.

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