Ahora le encanta ayudarme a recoger la ropa después de lavada y doblada... ¡menuda ayuda tengo!
...Menos mal que esto lo hago el fin de semana y tengo tiempo ¡y paciencia!
Toda la ropa doblada encima de la mesa y clasificada. Él se la lleva en su carro de aquí para allá, pero ¡yo solito!
Cada montón lo deja en una habitación u otra, os podéis imaginar como quedan los montones, ¿no?
La única que se salva es la suya, que la deja en sus cajones y se queda así como la deja.

Pero ¿cómo no le voy a dejar participar si él quiere? ¡No sería coherente con mi forma de ver la crianza y educación!