Esta vez nos escapamos a Francia 6 días, a primeros de septiembre. Teníamos muchas ganas de conocer la región de Aquitania y en especial Las Landas. Decidimos irnos a la parte norte y dejar la costa más del sur de Francia para otra escapada de fin de semana.
Nuestro primer destino fue Le Lac de Léon (El lago de León). El viaje hasta allí fue tranquilo, comimos por el camino y llegamos a primera hora de la tarde. Inspeccionamos el terreno, primero fuimos al cámping aire naturelle au gat, que teníamos buenas recomendaciones del lugar de varios sitios. Pero la acogida no era hasta las siete de la tarde y como era primeros de septiembre, había tan poca gente que al peque no le gustó nada el sitio. Decidimos buscar otra alternativa.
Llegamos al Lago de León que sabíamos que había una zona para autocaravanas, nos pareció muy acogedora, justo al lado del lago, servicios muy cerca (w.c. y duchas exteriores), nos quedamos allí. Costaba 11€ la noche.
La tarde fue muy tranquila, quizás poco aprovechada, pero bueno, era el primer día de viaje.En el lago hay muchas posibilidades de ocio, barcas eléctricas, de pedales, etc. Dimos un pequeño paseo en bici, jugaron en el parque infantil, nos comimos unos helados y nos fuimos pronto a dormir.
El segundo día hicimos el recorrido en barca de Le Courant d'Huchet. Estábamos allí a las 9h.30', porque había dos salidas, una a las 10h. y otra a las 14h. Estuvimos muy puntuales porque estábamos allí mismo durmiendo, a 2 minutos andando. Pero sorpresa, todo el mundo iba dando sus nombres al llegar a recepción, y ya intuimos que había que hacer reserva. Con suerte, aunque no llevábamos reserva, pudimos coger barca a las 10h. Por si alguien va, hay que hacer reserva previa por teléfono.
El precio de los adultos era de 13€/persona y de los peques 6,5€., el paseo es de 2 horas. Hay otros paseos más largos de 3 y 4 horas.
Son pequeñas barcas, con 6/8 personas. El recorrido es por el lago para llegar a Le Courant d'Huchet, que es una corriente de agua que llega al océano, aunque con el paseo de 2 horas no se llega al océano, es un paseo muy entretenido y variado. El guía (remador) de la barca va explicando continuamente, hablando de la transformación del paisaje, de la flora, de su fauna, etc.
La zona de la corriente es la más bonita, entre árboles y arbustos continuamente; a los peques les gustó mucho, aunque a la peque la vuelta se le hizo un poco larga. A la vuelta hay un trozo que se baja de la barca para superar una corriente que se coge de subida y va muy bien para los peques.
A la vuelta del paseo en barca, cogimos las bicis y nos fuimos al centro del pueblo de León, hay una pista asfaltada por la que se va fenomenal, en septiembre pocos coches, en otras épocas ya no lo sé.
Visitamos el mercado diario que hay junto a la iglesia, nos dimos un paseo y compramos pan para comer.
Comimos en la furgoneta, y después el peque y yo nos fuimos a jugar a un mini-golf que había allí mismo. Lo vio el día anterior y se empeñó en jugar, nunca había jugado y disfrutó un montón.
Y después, aprovechando para que durmieran la siesta, cambiamos de lugar. Nuestro segundo destino era Sabres, queríamos visitar el Ecomuseo de Marquèze.
Llegamos a Sabres y al final decidimos que íbamos a dormir al cámping que hay allí en el pueblo, sólo nos costó 14€ la noche, era muy básico, pero más que suficiente para nosotros. Los servicios estaban muy bien y para mí eso es lo más importante y estuvimos muy a gusto.
La jugada de dormir en el cámping nos salió perfecta, porque nos dieron el "carnet d'hôte", que eran descuentos para diferentes lugares, entre ellos el Ecomuseo. En las entradas nos ahorramos 9€!
Estuvimos muy a gusto toda la tarde, merendamos, los peques jugaron con la pelota, jugaron al ping-pong con papá y nos dimos un paseo en bici por el pequeño pueblo.
Y como ese día estábamos un poco vagos y el papi con dolor de cabeza, nos cogimos unos kebab para cenar, que nos los comimos super a gusto en la furgo.
El tercer día, tras una buena ducha matutina y un desayuno tranquilo, nos fuimos a la estación de Sabres, para coger el antiguo tren que lleva al Ecomuseo. Bueno, antes pasamos por una pequeña panadería que hay en el pueblo, en la misma carretera del cámping, que el pan estaba riquísimo. En esta zona se usa el centeno de forma principal para hacer el pan y todo lo que había tenía muy buena pinta.
Sacamos las entradas y cogimos el tren de las 10h.50'.
El tren te lleva durante un pequeño trayecto de unos 10 minutos hasta el barrio de Marquèze, un lugar de 25 hectáreas que se ha conservado y reconstruido para recrear el modo de vida des Landes de Gascogne en el siglo XIX.
Es un lugar ideal para los peques, yo pensaba que lo veríamos en una o dos horas y me sorprendió, estuvimos hasta casi las cinco de la tarde.
La visita se hace de forma libre, aunque al principio puedes ir con una guía que te explica durante una hora las partes principales. Estuvimos un rato con la guía pero a mitad nos fuimos porque para los peques era bastante cansado, mejor a nuestro ritmo todo el rato.
Los peques y nosotros disfrutamos de las ovejas sueltas, del pozo de las brujas, de conocer el gallinero en alto para proteger a las gallinas de los zorros, del horno de pan, de los juegos de bolos y los juegos de madera, de ver cómo se hacía el hilo y la lana, de ver hacer jabón, de ver cómo se obtiene la resina de los árboles, del molinero, de conocer la harina de centeno, del molino de agua, etc.
El pozo de las brujas, hay que estar atentos a sus sonidos.
A diferentes horas hay demostraciones para ambientar los espacios: la fabricación del jabón, tejeduría, introducción a las plantas medicinales, el hilado, la historia de la extracción de resina de los pinos y el descubrimiento del huerto.
Y aunque nosotros somos del medio rural y podemos estar más acostumbrados a casi todo lo que vimos aquí, nos encantó igualmente, siempre es un lugar de aprendizaje y para los peques mucho más.
Estuvimos viendo la demostración del hilado, al peque le encantó (la peque se fue a ver las ovejas con el papá). ¡Y a mí!
Y ya el colorido de los hilos teñidos me enamoró.
Los juegos para los peques también es un lugar con encanto, entre tantos aprendizajes es el momento de jugar y desconectar.
Vimos varios tipos de juegos de bolos y jugamos con ellos. ¡Allí hubiéramos estado horas y horas!
¡Y como olía el pan del horno! En el horno venden pan y repostería... ¡todo buenísimo! Hay unas magdalenas grandes/tortas que están de vicio, aunque deben llevar algo de licor y a los peques no les gustó.
La obtención de la resina también fue bonito de conocer.
Todo nos llamaba la atención y el peque estaba curioso por conocer y descubrir.
El molino, el molinero, el proceso de la obtención de la harina... Esta parte nos gustó mucho.
Estuve viendo el proceso de hacer jabón en caliente, yo hasta ahora siempre lo había hecho en frío.
Y mientras yo veía el jabón con la peque a cuestas dormida en la mochila, Acher y el papá se fueron a jugar a los bolos.
Fue un día muy entretenido, con muchos aprendizajes y ratos de juego. Comimos allí en el bar, unos bocadillos, pero se puede llevar comida y hay una buena zona de pic-nic dentro. Yo recomendaría llevarse la comida.
Cogimos de nuevo el tren y volvimos a Sabres, 10 minutos de trayecto.
Y con esto acaba la primera parte del viaje.
Nuestro siguiente destino es la Duna du Pyla, os lo cuento en la siguiente entrada.
¡Hasta mañana!